Inicialmente Progen se dedico a efectuar sub-ensambles de la fumigadora Calimax, que papá había logrado fabricar en Colombia y la cual tenia una creciente demanda. Alquilamos una casa lote en el barrio Venecia, sobre la carretera que llevaba al sur de la ciudad y desde un comienzo establecimos el sistema de pago por contrato o sea por pieza fabricada. Teníamos un celador que vivía en la casa del local y con él, dos o tres trabajadores adicionales.
Posteriormente aprovechando una de las Ferias Internacionales de Bogotá, (en ese entonces única oportunidad para adquirir maquinaria industrial) compramos un torno paralelo a crédito y lo instalamos en el mismo casa-lote donde funcionábamos.
Yo era el encargado que todo funcionara en la nueva empresa, responsable de programar los trabajos de los operarios, revisar su calidad y rendimiento, elaborar y pagar la nómina, llevar la contabilidad en unos libros físicos que me enseño a llevar don Alberto Céspedes (contador de Colinagro) y que me permitieron poner en práctica los principios de contabilidad de doble partida que había aprendido en el colegio, hacer desde la mensajería hasta la gerencia de la empresa.
En el casa-lote del barrio Venecia estuvimos varios años y aumentamos el numero de tornos y trabajadores, pero sin lograr definir un producto propio para la empresa, lo cual era uno de nuestros objetivos estratégicos.
Papá quien vivía a diario las dificultades para obtener las materias primas para la producción de fumigadoras, sugirió que tratáramos de fabricar en Colombia los manómetros para controlar la presión al interior del recipiente de la fumigadora. Para mi un manómetro era similar a una cápsula espacial, algo que conocia por fuera y cual era su función, pero que por dentro era para mi un total misterio... seguirá.
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